Abstract:
Los libros son como las personas. A l entrar en contacto con ellos por primera vez, fijamos nuestra atención en un detalle singular. Ya el nombre mismo es una especie de lectura total
y nos propone un juicio que es, por supuesto, un prejuicio. Una mujer llamada Belén nos habla enseguida de campanas, de beatitudes celestiales y pífanos de oro. Otra llamada Lidia puede, como Carmen cuando es la de Bizet, hablarnos de domingos de sol en la España taurina o de sangre en la arena...