Resumen:
Descubrir las convicciones filosóficas de un hombre equivale a sorprender la mano oculta que gobierna los hilos que mueven su pensamiento y permiten entender los derroteros de su acción. La tarea no es sencilla, pero si el éxito acompaña al esfuerzo se puede asistir
a la fuente de donde brotan, de manera espontánea, acciones y omisiones, palabras y silencios. Equivale también a posesionarse de un principio simple que permite dominar intelectualmente considerable variedad de ideas.