Resumen:
La musicografía no ha sido exclusividad de compositores o musicólogos. Al través de las épocas, cuando la inquietud de la investigación o la ordenación de los estilos o etapas por las cuales ha pasado el arte musical en los pueblos del universo — aún mucho antes del Arettino— han necesitado de alientos, aquella especialidad ha tenido que intervenir con juicio realista mientras en el fondo ha estada revestida de espiritualidad y emotivismo. Y esto lo decimos para justificar que Emilio Rodríguez Demorizi, incansable e infatigable trabajador en el campo de la historia; amante del folklore, las artes y todo cuanto ello envuelve, tiene derecho con plenitud de méritos, a escribir lo que hoy introduce como Música y Baile en Santo Domingo, parte tan sólo de otras dos obras que completan su interés en la materia, y que con Para la Historia de la Música en Santo Domingo y Apuntes para un Diccionario de músicos dominicanos, constituirá desde ya fuente y asidero para que las generaciones actuales y futuras, pensadores, musicógrafos, académicos, sociólogos y artistas, tengan el acervo auténtico y amplísimo que el autor ha impreso, reconocidamente, en su nutrida contribución a la bibliografía dominicana.