Resumen:
Lupo Hernández Rueda, Premio Nacional de Literatura 1998, es, como Pedro Henríquez Ureña, como Antonio Fernández Spencer y Manuel Rueda y como Víctor Villegas, su compañero de la Generación del 48, una egregia personalidad radiante de las letras
hispánicas. Poeta y humanista con un incontenido raudal de generosas entregas, pasa por la vida con elegancia impar, límpida el alma y libre de los amargos resabios del tiempo.
Alberto Baeza Flores, el chileno universal que trajinó gloriosamente en La Poesía Sorprendida, nos dice de Hernández Rueda:
“La angustia dominicana camina en la poesía de Lupo Hernández Rueda. Su verso se levanta como un manto trágico a la orilla del tiempo. Es simple, pero a la vez, grave de problemas, de conjeturas, de monólogos terrestres, testimoniadores de la queja humana entre lo cotidiano y lo eterno”.