Resumen:
El día levanta su enorme párpado de sombra y su pupila solar arde y contempla el orbe entero en tanto que, en su vasta frente azul, se despeinan los rizos de la aurora. La brisa preludia una canción optimista y el día es un cíclope celeste que dirije desde los espacios, con fragante placidez, el constante afanar de los seres terrenos y ciclópeos: los que erigen torres con osamentas de montañas; los que levantan montañas con la fuerza impulsiva del pensamiento vigoroso; los que con rosas de ensueños erigen sus alcázares a la novia gentil; los vaciados en el molde de sí mismo, aquellos que en verdad son a semejanza de Dios, porque están consustanciados en el divino misterio del verbo imponderable crear.
Y no sabes lo que perennemente está creando el viejo cíclope fúlgido y monocular, en este nuevo amanecer?.