Resumen:
Inspiradas por un sentimiento infinitamente más humano que lo fue el que inspiró á la antigüedad y a la Edad Media, las sociedades modernas han visto en el individuo delincuente, no al enemigo irreconciliable contra quien debía entablarse la lucha más encarnizada y desigual, sino al desgraciado que más bien es digno de compasión, que
de la extremada severidad de un cruel castigo. Imbuidas en esas ideas altamente humanitarias han echado á rodar por la pendiente del olvido, todo ese cumulo de penas horribles, que más que la obra consciente y meditada de quien quiere corregir con el ejemplo es el refinamiento más odioso de la crueldad.