Resumen:
Partiendo del principio fundamental, de que la enseñanza es el punto de partida del progreso, y el saber la base inconmovible de la libertad, así como de que uno y otro concepto son inseparables por la fuerza vital recíproca que los alienta, cómo negar, que el polo que en la orientación constituye el hombre como objetivo, no puede tener como contraparte sino el humanísimo polo que busca ese objetivo y que se encarna en la blanca flor del sacrificio de ese ser que quema la savia de su vida en el ejercicio del sagrado
apostolado del Magisterio, dando de sí, orientando, llevando de la mano, creando conciencias y forjando destinos: el Maestro. Por eso, con lo elevado de su contenido original, desde Jesús nos viene el concepto “Maestro”, investido ya con los más puros valores de la fe y la moral cristianas, en que se han forjado los genios tutelares de nuestra nacionalidad.