Resumen:
DOS fuerzas supremas rigen los destinos de la humanidad: la fe que salva y el amor que fecunda. Nada escapa al impulso singular de estas dos fuerzas creadoras y eternas.
Todo ideal que se persigue y alcanza constituye una cruzada. Cada ideal conquistado deja una ruta de sacrificios y señala un hito simbólico en la eterna renovación del hombre. Por esa ruta sólo llegan los que tienen fe y amor. Nuestra América es tierra de promisión y de esperanza. De las metas conquistadas parten, generosas y fecundas, nuevas rutas hacia el porvenir.