Resumen:
Era un árbol que había plantado su acerada raíz en todas partes, y ensanchado su copa
hasta cubrir la virgen región inexplorada en que vio un espejismo la pretérita Europa. Un leñador, tenido por visionario y loco, hundió su hacha en el árbol, y logró sustraer una rama potente, y la sembró: y a poco la rama se hizo un árbol y empezó a frutecer. El mismo ruiseñor, cuyo pico reunía los ecos de las hojas del árbol secular en una como inmensa cascada de armonía, voló al nuevo follaje y en él rompió a cantar.