Resumen:
Es doloroso sospechar que la más temida de las dolencias que aquejan al hombre desde la prehistoria hasta nuestros días, no desaparecerá, tal vez, con el advenimiento de épocas futuras. Ni uno de los Faraones de la V* dinastía, ni Herodes Antipas, ni Napoleón el Grande, a pesar de la omnipotencia con que caracterizaban sus gobiernos respectivos, fueron excluidos en la interminable nómina de sujetos inscritos como víctimas del cáncer. Tal como es nuestro mundo actual, civilizado i previsor, más de dos millones de cancerosos mueren todos los años, en todos los continentes. Nuestra funesta cuota aquí, en este terruño, alcanzaría a una defunción por cáncer cada seis horas, tanto en el día como en el silencio de la noche.