Resumen:
El saber médico ha pasado por los más singulares avatares; desde la escuela itálica de Alcmeón de Crotuna hasta Paracelso, y en llegando a los días que corren, magia y ciencia, metafísica y empírica, aparecen extrañamente mezclados en el estudio de las enfermedades. Desde siempre las dolencias del hombre aparecieron como excrecencia de la vida, algo agregado a la materia animada que trabaja por su desintegración, y la búsqueda de causas, — la etiología—, terminó por constituir la única preocupación del médico. Los progresos de la bacteriología, que a partir de Pastear parecieron señorear el camino de la patología, ya no sustentan los entusiasmos que en un momento dado encendieran. La enfermedad aparece cada vez menos como una razón agregada a la materia viva, y gradualmente se van teniendo en cuenta la totalidad de las funciones, fisiológicas y psíquicas, para la explicación del hecho morboso humano.