Resumen:
En la estrecha habitación en penumbra, al pie de la ventana, yace mi padre en el suelo, todo vestido de blanco y extraordinariamente largo; los dedos de sus pies descalzos
están distendidos de un modo extraño; los dedos de sus manos cariñosas, que descansan tranquilas sobre el pecho, también están engarfiados; tiene los alegres ojos enteramente
cubiertos por los círculos negros de dos monedas de cobre, y oscuro el bondadoso rostro, que me asusta mostrando sus dientes, apretados de un modo feo. Mi madre, a medio vestir, con una falda roja, está de rodillas, peinando los largos y suaves cabellos del padre,
desde la frente hasta la nuca, con la peineta negra con que a mí me gustaba aserrar cáscaras de sandía; la madre murmura algo, sin cesar, con voz profunda, grave, enronquecida, sus ojos grises están hinchados y vierten grandes lagrimones, como si se derritieran.