Abstract:
EN interpretación tan elevada como tonificante de la vida, podría definirse el hombre cual el depositario de dos altas concesiones de la divinidad: el pensamiento y el espíritu. Desde luego, no todos los hombres logran cumplir con la divina encomienda. Creados para desempeñarla, se contraponen precisamente a tal misión, y no resultan en el vivir, idea; en el ideal, existencia; en la hermosura, sentimiento; en el afán, virtud; en el ensueño, verdad;
y en el placer, ala.