Resumen:
Momento de unidad y de patriotismo en que la casi totalidad del pueblo dominicano se entrega de todo corazón a demostrar al mundo su repudio a la ocupación extranjera de
que está siendo víctima. Instante histórico en que todo un pueblo se unifica y se fortalece para luchar contra ese invasor, el más bárbaro ocupante que recuerde su historia y contra los poquísimos y desvergonzados lacayos que ha encontrado en Quisqueya ese invasor.
Fugaz acontecer en que una partida de inmorales vestidos de periodistas (unos divorciados y abandonadores de sus hijos, otros, padres de hijos de prostíbulos y perros falderos de prostitutas extranjeras; otros borrachos, tahúres y morfinómanos; otros, en fin, defensores de todas las caudas perdidas, aunque ellos mismos sean clasificados como
Hijos de Machepa por la ultrarreaccionaria minoría extranjerizante a la cual tratan de justificar y defender) intentan decirnos y hacernos comprender a rajatablas que, para evitar que un troglodita de uniforme asesine a un estudiante desarmado, en plena calle, hay que volver a instaurar a Trujillo y su dictadura, que para evitar que los jóvenes sin compromisos con el pasado y esperanzados en el porvenir luchen por sus reivindicaciones, hay que insultar a todos los padres y madres dominicanos de la hora actual, como acostumbran hacerlo los editorialistas de los diarios.