Resumen:
Había dejado de pensar en transportes a través del propio panorama. Me adormecía en la quietud de unas vacaciones, muy ansiadas, pero nunca obtenidas. El día quería ponerse lluvioso. En el ambiente, flotaba como el eco de una cercana música. Cuando los camaradas acudieron a mi casa a saber cuál era el título de mi último libro, yo tartamudeé:
“Antología de mis estados”. Si me hubieran pedido algunas explicaciones, hubiera tal vez, sido presa de gran confusión. A decir verdad, tenía que tratarse de estados psicológicos, porque ni de ese papel que garabatean en las oficinas las gentes ociosas, poseía yo una tira. Con la promesa a los amigos y las acometidas del tipógrafo, que me urgía por los materiales me disponía yo a gustar de mi salado manjar de frijoles, cuando fui advertido por una vecina de que los clavos del zinc de mi casa se estaban desprendiendo.