Resumen:
Sobre el extremo Noroeste de la Isla Española, a unos quince kilómetros de las costas de Haití, montada como un áspero esmalte en el mar de las Lacayas, a treinta y siete leguas —dice Moreau de Saint Mery— de la cubana Punta Maisí, se nos aparece la Isla de la Tortuga. Las verdes aguas de las Antillas, que a fuerza de ardientes soles y de vientos purificadores alcanzan una prodigiosa translucidez, pierden transparencia en torno a los
acantilados de la Tortuga; la vecindad de la Tierra Grande parece conturbarlas un poco, y los reflejos cambian su verde-oro por el verde-gris o el verde-plata; mas esto acontece principalmente a las horas del mediodía, pites cuando llegan las del atardecer, hasta el verde-gris se apaga, y la mar se enturbia y oscurece misteriosamente.