Resumen:
POCOS pueblos de América pueden enorgullecerse — pese a la gloriosa historia de todos ellos— de hablar tan profundamente al alma de quien los estudie, como éste de Santo Domingo. Porque la historia de la actual República Dominicana — bajo cuyo pabellón progresan las tierras en que hace más de cuatro siglos estuvieran establecidos los cacicazgos de Magua, Higuayagua, Jaragua, etc., escenarios de la rebeldía de aquellos zapadores del ideal independentista que fueran Cotubanama, Mayobanex, Guaroa y el legendario Enriquillo— es una sucesión de acaecimientos de honda trascendencia que hallaron vigorosa repercusión en todo el continente.