Resumen:
En una isla de origen hispano, bajo el patronazgo jurídico y político norteamericano, respira y ladra un personaje, enemigo de la decencia y de la corrección políticas. En una isla pequeña, cercana y encantadora, poblada por gente sencilla, cordial y hospitalaria, un hombre que proclama su odio a los tiros y su amor a los votos —odio a los tiros, no
por principios y convicciones democráticas, sino por incoercible, publica y patológica cobardía, y se declara partidario de los votos, porque en sus manos de prestidigitador y estafador político se multiplican y desaparecen— en sus delirios demagógicos está tratando de resucitar el cadáver de Cayo Confites y de Luperón, con su descarado intervencionismo en ajenos asuntos políticos, escamoteando para ello, al socaire de postulados falsos expresados con frases más falsas todavía, los dineros de un pueblo honesto y el poder y el prestigio de la gran democracia norteamericana.