Resumen:
Tierra, Carne y Alma nuestra
El Archivo General de la Nación, creado por la alta fé dominicana, impar en este siglo del Ilustre Presidente Trujillo, ha publicado varios volúmenes de documentos históricos de la época colonial y de la República, entre los cuales tienen particular importancia: la '‘Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo”, 1844-1850, los “Documentos para la Historia de la República Dominicana” y las ‘ Relaciones Históricas de Santo Domingo”. Ahora, con el presente volumen, toma el Archivo un nuevo rumbo en el género de sus publicaciones, al utilizar por primera vez, en un marco estricto de realidad histórica, el más precioso, útil, educativo y sugerente de los materiales reservados a Clío: el material humano, ese que es vida en la carne, emoción en el verbo, amor en el corazón y dolor en el alma. Tratamos en esta biografía de presentar un cuadro completo de lo que fue la corta y atormentada existencia de Manuel Rodríguez Objío, que nació para soñar,
creció en el fragor de la lucha por la Independencia y como fino pero recio tallo de bambú, sintió el brisote turbulento de las revoluciones intestinas y se hizo hombre cuando sudorosos, Santana y Báez, Cabral y Luperón, pulseaban y hacían crujir la mesa redonda de la República; y unas veces en el Gobierno, otras en la manigua, en tierra propia o en lar extraño, junto a personajes o entre campesinos, aquí, en Haití, en Venezuela o en los Estados Unidos, siempre llevó en su espíritu su musa predilecta: la Patria; en su mano, el arma preferida: la pluma; y bien ante el enemigo o eludiendo la emboscada, al galope en misión furtiva o a nado bajo candente plomo, oculto o proscrito, triste o abatido, o
resuelto o esperanzado, jamás dejó de ser lo que siempre fue: la estrella rutilante y fugaz que cruzó por el cielo dominicano, de aquel romántico, valeroso, temerario y creyente que se llamó Manuel Rodríguez Objio.