Resumen:
En obediencia al estímulo romántico, surge y se afirma la pretensión hispanoamericana de una literatura propia, desvinculada en su esencia de la tradición clásica, fuese ésta la universal helénico latina o la más inmediata que autorizaba la ascendencia hispánica. Parece manifestarse de manera expresa por vez primera en la famosa silva de Andrés Bello, de 1823, en la cual se incita a tomar la naturaleza americana como motivo de la poesía. El mismo Bello, ejemplificaría más tarde su prédica con las tantas veces mencionada Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida. Desde entonces, al menos, fueron constantes las reiteraciones, trasluciéndose unas veces de manera implícita en la actividad literaria y otras alcanzando rango expreso en las exégesis con que se orientaba aquella.