Resumen:
Señores:
Al encontrarme aquí, frente á vosotros, que vais á prestarme vuestra amable atención, viene á mi memoria una opinión, respecto al orador, que oí de labios de un aguerrido general. Declame en cierta ocasión ese general que él prefería dar un combate á subir á una tribuna. “Esto último—continuaba él—me parece un heroísmo más grande. En un combate que libren fuerzas bajo mi mando, siempre tendré una excusa para la derrota, y en último caso me queda el recurso de morir con gloria. En el combate que libra el orador
contra el público que le escucha, no hay excusa para la derrota, porque ésta raya en el ridículo: no es posible, por tanto, caer con gloria. El público es una masa rebelde que nunca se deja dominar por completo, y la lucha que libra el orador para subyugarlo con su
palabra es una lucha titánica, que no admite comparación.”.