Resumen:
Célebre por sus ensayos filológicos, célebre por la erudición de sus juicios respecto de la especificidad de la aventura espiritual de la cultura americana, Pedro Henríquez Ureña fue, también, poeta. Sus poesías no produjeron el fulgurazo de su prosa ensayística, pero en la trama de la universalidad que agotaba su saber, expanden ese asombro esperado y son como la añadidura natural de un goce. Es esa orfebrería, ese trabajo cincelado en la lengua, el que descubre la culminación de una búsqueda en la cultura universal cuyos hallazgos son hoy piezas fundamentales de la identidad de América.