Resumen:
Me anima solamente el propósito de ofrecer, a quienes el presente lean, una perspectiva diferente acerca de la relación, tan vieja como el mundo, entre el intelectual y el lenguaje, el Poder y sus instancias, puesto que esta interesa a todos los sujetos que viven en una sociedad determinada. La relación con el Poder y sus múltiples instancias es la que convierte a los sujetos en políticos, incluso si alguno niega y reniega de tal condición,
pues no depende, el ser político o no, de su voluntad. Negarse a reconocer esa condición de político obedece a una confusión: la creencia de que sólo eran políticos quienes estaban inscritos en un partido. Esa cortedad de entendimiento creó, durante siglos, un sentimiento de superioridad inmarcesible en aquellos que se acogieron a ese fantasma discursivo y dictaminaron que la política era un dominio cerrado para los sinvergüenzas
o fracasados que vieron siempre el apoderamiento del Estado como un botín de guerra.