Resumen:
En el Sur de Santo Domingo hay una antigua región folklórica. Desde la orilla del mar se alza y encrespa la Cordillera del Bahoruco, abuela de la libertad de América. Por sus faldas y eminentes cimas anduvo el Cacique Enriquillo, el primer nacido en el Nuevo Mundo que escribió latín, rezó en castellano a de su cristo y frente al imperio de Carlos V peleó durante catorce años hasta darle validez a los derechos humanos, como ahora se les califica, que Montesinos, Córdoba y Las Casas proclamaban en el público. Cuando se asciende a las cumbres del Bahoruco de un lado se contempla el vasto Valle de Neiba, manso de lagos y numeroso de ríos. Y desde las estribaciones del Sur, lejano, solitario, amargo y amarillento, se columbra el Lago de Trujín, por donde cruzan bongos en el transporte de las maderas preciosas. Los ojos se cansan tratando de verle fin al llano, que enmarcan el mar distante y las montañas dominadoras.