Resumen:
Está fuera de dudas que el Presidente Soulouque sufriera la tarde del 21 de abril de 1849, una definitiva y aparatosa derrota en las orillas del río Ocoa, y que fuera el mismo en persona quien, en medio del fragor del bravo cernéate, diera la orden de retirada, precipitando con elle el desastre que experimentó su armada. Lo que no se ha esclarecido todavía del otro lado de la frontera es “el porqué de la nefasta señal” de la retirada, avanzándose conclusiones erróneas, susceptibles de opacar militarmente la gran función de armas que su mismo héroe calificó de “gloriosa y definitiva”.