Resumen:
En más de una ocasión tuve la oportunidad de escuchar —asociándome a ellos como parte adolorida— los amargos comentarios de mis colegas diplomáticos latinoamericanos acerca del exiguo y deplorable conocimiento que los europeos, en general, tienen respecto de la cultura, de la historia y hasta de la geografía político-económica de muchas naciones del continente americano.