Resumen:
Estaba como casi siempre, mirando las estrellas subir por el horizonte y pensando en las fuerzas espirituales que, andando el tiempo, desplazará América para el equilibrio del mundo; cuando una risa alemana me sustrajo de la perennidad de mi visión. Vi en una inmensa playa dos perros forcejando por un mísero hueso y tuve conciencia de la inmensa lucha que están librando seres humanos en otros continentes. Me hundí en un momento de vacilación, pero recordé al punto mis palabras de 1931: “Esperemos que los hombres de Europa y Asia acaben con su predominio, que proclamen la gloria del dinero: nosotros proclamaremos la gloria de la tierra y el orgullo sin fronteras del m a r"; pero esta tierra y este mar tendrán que ser por nuestros sentidos espiritualizados.