Resumen:
Grandes calamidades han padecido nuestra República desde su aparición entre los pueblos libres de América; revueltas intestinas y desequilibrios frecuentes en todas las instituciones del Estado, han martirizado, in misericorde, la vida de este pueblo ansioso de bienestar y progreso. La causa generadora de esos males es por todos bien conocida: la concupiscencia de poder en que la mayoría de las épocas ha animado a nuestros mandatarios; ha sido sí, repito, casi siempre, esa fiebre de mando, especie de embriaguez y pertinaz obsecación el factor principal que ha hecho precipitar al abismo, desolada y exangüe, a la joven hija de Febrero y Agosto. El desbordamiento de las ambiciones se ha parapetado a veces en equívocas interpretaciones dadas a ciertos cánones constitucionales. Cómo, nos preguntamos, un texto constitucional puede presentar ambigüedad en su interpretación? No es que en si la redacción de esos textos á que me refiero, sean de dudoso sentido, no; examinados serenamente, y sometidos a un raciocinio escrutador, vése claramente lo que los congresantes no han visto a causa de su miopía o no han querido ver por propia conveniencia.