Resumen:
La noticia de la muerte de Heureaux dejó anonadados a sus satélites y produjo consternación en la Capital. Fué sólo bajo protesta como el anciano General Wenceslao
Figuereo, el Vicepresidente, cuya iniciativa había sido destruida por su jefe mucho tiempo antes, se dejó persuadir a recoger las riendas del gobierno, alentado por las demostraciones de adhesión de los que le rodeaban. Estos le aseguraron que la muerte de Heureaux no había merecido la aprobación popular; Figuereo a su vez quiso alentar al Congreso, al proclamar oficialmente su accesión a la Primera Magistratura, declarando que la indignación de los habitantes de Moca evidenciaba que el asesinato de Heureaux no tenía ninguna conexión con una tram a revolucionaria contra el Gobierno; y Don Isaías Franco. Presidente del Congreso, en su discurso respondiendo al nuevo Presidente, le aseguró que tendría el apoyo del Cuerpo Legislativo de la Nación, agregando que la noticia de la muerte del Presidente Heureaux había causado dolor intenso al Congreso, que veía ausentarse así para siempre y de manera tan trágica, al ciudadano cuyos esfuerzos habían logrado imponer y asegurar la paz de la República.