Resumen:
A millares de millas de la patria... Estoy en Valparaíso, emporio comercial de esta
hermosa, tranquila, libre y civilizada República de Chile. Estoy solo con mi idea dominante. Ella es la que me sostiene en mis postraciones, la que me empuja hacia adelante, la que apaga en su fuego inextinguible mis lágrimas secretas, la que me hace superior a la soledad, a la tristeza, a la pobreza, a las calumnias, a las emulaciones, al desdén y al olvido de los míos, al rencor y a los insultos de nuestros enemigos. Ella es mi patria, mi familia, mi desposada, mi único amigo, mi único auxiliar, mi único amparo, mi fe, mi esperanza, mi amor, mi fortaleza. Ella es la que me señala en Puerto Rico mi deber; la
que me indica en Cuba mi estímulo; la que me muestra la gran patria del porvenir en toda la América latina; la que hace del olvido, de la abnegación y del sacrificio de mí mismo un dogma; la que ha sustituido las creencias aprendidas de memoria, con esta religión de la patria americana y del deber; la que ha reemplazado las fáciles glorias de las letras, y los triunfos viciosos de la política de personalismo, con esta indiferencia por la gloria del talento, y con esta vehemente hostilidad a los triunfos de pasiones miserables; ella es la que me quiere tal cual soy, y tal cual los hombres no me quieren.