Resumen:
El hidalgo español Eugenio de Ostos y del Valle, cuyo ilustre linaje se remonta a la Edad Media, abandonó su patria a principios del siglo XVILI y qué a establecerse en la Isla de
Cuba, en Camaguey, entonces Santa María de Puerto Príncipe. Allí contrajo matrimonio, en 1735, con María Josefa del Castillo y. Aranda. Eruto de este amor qué Juan José de Ostos
y del Castillo, nacido en 1750, quien vino a fijar su residencia en la antigua ciudad de Santo Domingo, donde se hallaba cuando España, en virtud del Tratado de Basilea de 1795, cedió a Francia la parte española de la Isla (2). Esa vicisitud y los horrores de las invasiones haitianas de principios del siglo XIX, le llevaron, como a las más nobles
y ricas familias dominicanas de la época, a buscar tierras de paz en que la vida no estuviese tan siniestramente amenazada. Y como si, consciente de su alta predestinación, necesitara, para realizarla, que su espíritu se alimentase con la savia de las tres islas, de los tres informes patrios del Caribe, de modo que en su glorioso descendiente el ideal antillano fuese algo así como una síntesis biológica, Juan José de Hostos, ya agregada
la H inicial a su apellido, se fué a la tercera Isla, a Puerto Rico, a la floreciente villa de Mayagüez. En los mismos días, por las mismas causas, hacia el mismo pueblo, acaso en la misma embarcación en que iba Juan José de Hostos, salía de Santo Domingo Juan José Duarte, padre del Fundador de la República. ¡Quién sabe qué estrecha relación habría entre estos hombres, arrastrados por igual destino e igualmente predestinados a dar de sí gérmenes de vidas inmortales!
Descripción:
Incluye bibliografía e índice.
Centenario de Eugenio María de Hostos, 1839-1939), homenaje de la República Dominicana.