Resumen:
«Según la tradición conservada en nuestro Sorato, María Magdalena se sintió
espiritualmente desnuda ante el resplandor de aquella purísima Llama que descubría el interior de su alma como un rapto indescriptible, y aseguraba la hebrea que Jesús la tomó por sus brazos, y al erguirse, emergió otra María ante la mirada sutil y transformante del mismísimo Jesús. Jamás hombre alguno la había mirado con una mirada de amor sagrado, como la miró Jesús» (Bruno Rosario Candelier, Carta 60, 2 de septiembre de 2001).