Resumen:
En cada hombre, estudiado atentamente, observado en todos sus actos intelectuales y afectivos, en sus ideas y voliciones, existe más ó menos rudimentaria, más ó menos bien definida y precisa, una especie de metafísica á que procura en todas ocasiones ajustar el ritmo permanente de su vida. Fuerzas que arrancan de pavorosas lejanías, de profundidades de un pasado remotísimo, contribuyen quizás grandemente á la realización de actos individuales de cierta repercusión social que, aparentemente, son repetición idéntica de manifestaciones de vida anteriores. Esa identidad que suponemos en ciertas cosas no es ni puede ser nunca absoluta. Es indudable que, en todo tiempo y circunstancias, sufrimos la acción más ó menos coherente y compleja de cierto determinismo que, á su vez, en muchos casos nos convierte en causa determinante.