La quimera de Alahuaca (poema) y Trujillo en alas de mi pensamiento

Abstract

Al principio, y siempre, ella es la poesía. Sí, en un mundo muy ilusorio y muy real, donde el mar se levanta desde el crepúsculo y donde la penumbra mece el árbol solitario donde todos quisieran ahorcarla. El hombre se ve retomar por ella. Viene de la hondura ilegal, y él mundo sin ella, sin la desprendida detrás de los sueños, no es más que él ruido del viento en los desiertos. Es vano él luchar. El poeta sabe que ella, la poesía, llega y, antes de nada aterroriza. No importa que sea realmente humana o que tenga él sentido exacto de la perfección y su contenido. Es un brillo cegador que atraviesa las puertas del alma, y traduce él mundo mágico que se esconde en la esencia de las palabras. Nada más bellamente ilegal que la poesía. Encerrada en el espíritu, toma formas, adquiere ciudadanía por la voz del poeta. Y avanza, y se mantiene. Nace sola, y no envejece nunca. Se eleva en cada sentimiento con un fulgor que deslumbra. Pero pocos saben traducir su fuego devorante.