Resumen:
Te dió su nombre, oh Puerto Trujillo como la ofrenda más grande que podía hacerte, comprendiendo que esa era tu suprema ambición. Y su gloria se juntó con la tuya secular para quedar estrechamente unidas en un esponsalicio de eternidades. Así, en íntima comunión, se han unido más su sol y el tuyo: el tuyo que domina toda la historia americana, y el del Generalísimo, que se eleva en la edad presente por sobre todas las famas de América.