Resumen:
El hombre ordinario tiene el mundo en uso, lo maneja, lo trabaja; se puede aún decir
que lo posee y lo utiliza como se pone un traje o domina un instrumento material cualquiera. Cuando se le desgasta el traje lo cambia por otro, lo mismo que cuando tiene sed, toma agua, cuando siente amor, ama. Cuando odia, aborrece. Usa los pensamientos del mismo modo, inconsciente e inadvertido, que mueve los órganos vocales para hablar, de la misma manera banal con que maneja la pluma con que los escribe.