Resumen:
No puede haber mayor sorpresa que la que nos llevamos citando topamos con hombres como el Licenciado Manuel A. Peña Batlle. Atareados en asuntos de verdadera
importancia, comprometidos con empresas que deben absorber toda su atención, parecen no tener tiempo para otra cosa que no sea sus atareos y síes compromisos; y no
es así: tienen también su hora para las grandes preocupaciones, para dejar correr la pluma y mostrar la entraña sangrante y viva de sus desvelos, de sus empeños, de su
sano deseo de contribuir a la solución de todos esos problemas que hoy lastran al hombre y que le impiden remontar el vuelo como en aquellas nunca olvidadas y siempre añoradas edades en que los valores se medían con otros patrones y en que las virtudes florecían con la misma fuerza con que hoy se les pone el píe en la cabeza y se les impide dar
señales de vida.