Abstract:
YO estoy libre de pretender una tal singularidad que haga de nosotros — españoles y dominicanos—, al modo de ciertas teorías racistas o raciales, un espécimen distinto de los demás hombres. Tan hijos de Dios somos como cualquiera. Desfallecientes como el que más. Pero hemos pisado recio en la historia. Aprendí en los albores de mi mocedad que el hombre no era — no es— ni bueno, ni malo. Sino eso precisamente: desfalleciente. Caidizo. Una cumbre semi-derruida por la culpa original. Un constante afán de ascensión por cuesta que bradiza: — el bien— con los consiguientes resbalones: las
malas obras. Las nuestras, pecados de carne y a veces de sangre, son de las que perdona Dios. Nunca hemos sido hipócritas, ni hemos blasfemado contra el Espíritu Santo.