Resumen:
Evoco mis recuerdos más remotos, aquellos que se confunden con los prim eros destellos de mi razón, y veo en torno mío dos imágenes inseparables y constantes: la de mi madre y la de mi hermano Pedro. El mundo, para mí, se concentraba en esos dos seres. Mi padre y el mayor de m is herm anos se encontraban ausentes desde tiempo atrás y yo no podía hacer memoria de ellos. ¡Quién sabe a qué lejano momento del alborear de mi vida se remontan algunos recuerdos v ago s, confusos, a modo de nebulosa! A sí la visión imprecisa y fragmentaria de la casa en que viví m is prim eros años en la vieja ciudad de Santo Domingo: era una casa de dos plantas en la calle de la Esperanza, que hacía
esquina a la calle Duarte y ocupaba un solar no muy espacioso. Mi prim er recuerdo concreto es el de nuestra mudanza a otra casa, de una sola planta (también en la calle Duarte), que me deslumbró por su amplio jardín central, encuadrado por frescos corredores, en medio del cual se alzaba una altísima pajarera habitada por aves canoras. Había también un vasto traspatio don de no faltaban árboles frutales.