Yo fuí secretario de Trujillo

Abstract

La primera vez que hablé con el presidente Trujillo fué a los tres años de mi llegada a la República Dominicana. Desde febrero de 1940 era yo profesor de la recién creada Escuela Diplomática y Consular que funcionaba en la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores. Una mañana del mes de octubre de 1942 recibí un aviso telefónico para que me presentase en el despacho del Canciller, que entonces era el licenciado Arturo Despradel; minutos después me recibió éste comunicándome que el presidente Trujillo deseaba verme. El mismo coche del Secretario me condujo a la mansión presidencial, que estaba en el sitio donde hoy se levanta el suntuoso Palacio del Ejecutivo. Allí fui recibido por el presidente, quien, con todo afecto, me propuso hacerme cargo de la dirección de los estudios de su hijo Rafael L. Trujillo Martínez. Acepté con gran simpatía aquel cargo que, a más de ampliar y honrar extraordinariamente mi labor docente, me proporcionaba la oportunidad de corresponder, aunque fuese de manera muy modesta, al gesto generosísimo de Trujillo para con los exilados españoles que, desde fines de 1939, disfrutamos la hospitalidad dominicana gracias a él.