Resumen:
Cualquier observador que desde una atalaya del campo contemple admirado, a pleno día, el vasto panorama de un valle circundado de montañas se sentirá absorto ante la ruda belleza de la tierra inculta, si es un artista; si es un ingeniero, se asombrará mientras observa el curso proceloso de los ríos, pensando en la transformación de aquella fuerza salvaje en disciplinadas corrientes de altos voltajes, que se conducirían por intrincadas y misteriosas redes metálicas para mover poderosas fábricas e impulsar afanosos trenes de interminables ferrocarriles; si es un arquitecto, meditará ensimismado en la erección
de una gran urbe de anchas avenidas, amplios parques, hermosos edificios y elevadas torres luminosas.