Resumen:
Tres fueron las ocasiones, durante los tres últimos años de su prócera vida, en las cuales estuvo el excelso José Martí en territorio dominicano. De su primera breve y laboriosísima estancia en el país y singularmente de su visita brevísima, de apenas cuarenta y cinco horas, a la Ciudad Primada, cuna de la colonización de América y tumba de su inmortal descubridor, son los recuerdos atesorados en mi memoria desde aquellos felices días de mi infancia y que he conservado vividos, alimentados por el culto del hogar paterno a la causa de libertad de Cuba y por mi filial devoción al Santo-Mártir de Dos Ríos; quien, desde aquel histórico septiembre del año 1892, tuvo a la nuestra por su “nueva patria” y a nuestro venerado padre por su “noble amigo” y su “hermano del alma".