Resumen:
Cuando Pedro Henríquez Ureña nace en Santo Domingo, el 29 de junio de 1884, el país dominicano parecía comenzar a reponerse de las laceraciones de un siglo marcado por la pólvora de las intervenciones militares, las luchas independentistas y la impronta del caudillismo. Su madre, Salomé Ureña (1850-1897), fue a la vez su educadora y mentora intelectual; había sido estrecha colaboradora del maestro puertorriqueño Eugenio María de Hostos en los planes de remodelación de la Educación dominicana. Su padre, Francisco Henríquez y Carvajal (1859-1935), pertenecía a una extensa y reconocida familia de
profesionales, donde se destacaba su hermano Federico, a quien José Martí llamó “hermano” en una de sus últimas cartas. Para introducirse en la Obra de Pedro Henríquez Ureña hay que contemplar un país escasamente desarrollado —en comparación con Cuba
y Puerto Rico—, y a una familia consistente en su visión de jugar un papel en el orden nacional. Tal vez debido a este factor, y pese a las limitaciones de la ínsula, la infancia de los Henríquez Ureña estuvo marcada por una educación vinculada a un sujeto fuerte y consciente de su papel social.