Resumen:
A poco menos de un kilómetro del pueblecito francés de Septfonds, estuvo durante los años de la Gran Guerra, el Camp de Judes. En el recluyéron a los “ boches” prisioneros.
Desde el año 1918, en el que el último alemán salió de la prisión, hasta el de 1939, en el que entró el primer español, los miles de metros cuadrados de tierra del Camp de Judes,
sólo han dado hierba. Ningún otro producto agrícola fué sembrado, porque la superstición de las gentes lo impidió. El Campo de Concentración para los refugiados españoles, es el mismo que cobijó a los “ apios” y conserva su primitivo nombre. La iglesia o capilla, construida para los devotos alemanes, no es frecuentada por los españoles, que no pueden creer en Dios. En el pequeño cementerio, fronterizo al sagrado santuario, se han unido a las cenizas de los germanos, - enemigos de Francia y España - , cuerpos jóvenes, fríos, de republicanos españoles, - amigos leales y entusiastas de la República Francesa.