Consagración eterna : poesías y prosas

Abstract

NO levanto doctoralmente mi sien en el pórtico de este libro para avalorar sus bellezas ni para discutir las virtudes literarias que encierra. Sólo me detengo en sus umbrales para descorrer la cortina del soñado alcázar, y decir: “pasad, y derramad vuestras miradas sobre las alcatifas del pavimento, sobre el oro que festona el jaspe de las columnas, sobre las polícromas maravillas del techo, y, más allá, sobre el verde pensativo de los jardines con flores, donde se deshace en iris múltiples el fuego centelleante del sor*. Este libro, o este alcázar forjado a golpe de corazón sobre el yunque de la fantasía, es el producto de un alma que no se somete a vivir la vida sólo en su aspecto material y positivista, y que tras las horas del diario afán, cuando cesa la lucha áspera y prosaica que la necesidad impone, prendiéndose leves alas de mariposa, vuela al reino de la Quimera, al país Azul de la Fantasía y el Ensueño, para embriagarse allí de idealismo y de belleza con ese vino mágico—alto licor de dioses— que ‘‘no beben los bárbaros”, según la enérgica frase de Valencia.