Abstract:
Todo todo libro debe suscitar precaución o desconfianza en quien lo lee. Libros políticos no están exceptuados de esta obligación indispensable. Leer, en el trascendental sentido de la palabra, es una tarea ardua y esforzada; un deseo de comprender, opinar, una actitud activa de nuestro espíritu hada el libro. Y no hay ningún deseo más tópico y generoso que el deseo de comprender íntegramente a los demás; un diálogo es una
aventura que no siempre implica un saldo-positivo. Para emprenderla con posibilidad de éxito, es imprescindible poseer determinados conocimientos y experiencias.