Abstract:
El Gobierno de la República comparece aquí a realizar un acto de justicia. Aquí está, en la perennidad del bronce, la venerable efigie de Cordell Hull, y aquí la espléndida avenida de su nombre como solemnes testimonios de la gratitud dominicana.
Todos los infortunios de la patria, acumulados durante siglos como sí los hombres y la naturaleza se aunasen en un común empeño de anonadamiento, la habían conducido
a toda suerte de postraciones; al insondable mar de desventuras sin cuyo conocimiento carece de base y de autoridad todo juicio acerca de la nación dominicana, de su pagado, de su presente, de su porvenir, de sus modalidades políticas y de su esencia, porque jamás fué nuestra posición como la de Bélgica, “entre la Francia ardiente y la grave Alemania’, como decía Verhaeren, que condiciona- va su arte y su literatura, sino entre Haití y el mar desierto, sin la necesaria comunicación entre hombres y pueblos característica de la civilización.