Abstract:
La conmemoración de los grandes sucesos históricos constituye, además de un deber de gratitud hacia los hombres que intervinieron en ellos, un-,estímulo alentador para las nuevas generaciones. Esto así, porque conmemoraciones de tal índole son propicias para fijar en sus mentes, con caracteres perdurables, la idea de que esos hombres, nacidos con la predestinación de influir decisivamente en el destino da sus respectivas comunidades, no se esforzaron vanamente en la lucha por la felicidad de sus conciudadanos. Y ello tiene un alto valor cívico. Desde los mismos albores de la independencia, la República Dominicana, que entraba, llena de optimismo, en el concierto de los pueblos libres, tuvo que enfrentarse a todo género de adversidades, las cuales comenzaron a entrabar el buen funcionamiento de sus instituciones. Resuelto en los
campos de batalla su derecho a la vida, la joven nación no pudo sustraerse a las ambiciones de muchos de sus dirigentes, por lo cual se vió envuelta, sin tregua ni reposo, en constantes luchas fratricidas cuyo recuerdo felizmente se va borrando ante la hermosa realidad del presente.